Romper el círculo, la esperada adaptación de la novela de Colleen Hoover, no es la típica historia de amor que el público podría esperar, ya que, en lugar de idealizar las relaciones, la película explora la dura realidad de cómo el amor y la violencia pueden entrelazarse.
La protagonista, Lily Bloom, comienza su relación con Ryle, un carismático cirujano que parece perfecto a primera vista. Sin embargo, pronto surgen episodios de violencia que Lily al principio intenta ignorar o justificar, recordando lo que vivió su madre. Lily, como espectadora de los abusos de su padre hacia su madre, juró nunca permitir que algo similar le ocurriera a ella. Sin embargo, a lo largo de la película, nos damos cuenta de cómo el abuso puede manifestarse de manera gradual y sutil, dejando a Lily atrapada en un ciclo que ella misma no quiere admitir.
Uno de los momentos más impactantes de la película es cuando Lily recuerda incidentes violentos previos, como el empujón de las escaleras o el golpe en la cocina frente al horno. En su momento, los racionalizó como accidentes. No obstante, al llegar al clímax de la historia, ella se da cuenta de que estos no fueron eventos aislados, sino claros signos de abuso. Es aquí donde la película realmente resuena en la capacidad de Lily para conectar su situación actual, con los recuerdos traumáticos de su infancia, para finalmente poder tener la capacidad de tomar la decisión de acabar con ese círculo de violencia intrafamiliar.
Al final de la película, Lily toma la valiente decisión de romper el ciclo. Mientras comparten los primeros momentos junto a su hija, Lily lo mira con una mezcla de amor y nostalgia, acariciándole el cabello. Aunque esto podría haber llevado al público a pensar que lo perdonaría y que seguirían como una familia, la realidad es otra: Lily decide pedirle el divorcio, y lo hace con una serie de preguntas contundentes. “¿Qué harías si un día tu hija te dijera: ‘Mi novio me golpeó’? ¿Qué le dirías? ¿Y si te dijera: ‘papi, mi esposo me empujó por las escaleras, pero dijo que fue un accidente, así que está bien’? ¿O si te contara que él la agarró con fuerza, ella le rogó que parara, y luego él prometió no volver a hacerlo? ¿Qué le dirías si la persona a la que ama le hiciera daño? ¿Qué le dirías a tu hija?”. A esto, Ryle responde: “Le pediría que lo dejara y que no volviera con él jamás.”
En mi opinión, esa escena final es la manera perfecta de poner en palabras lo que Lily hubiera querido que le dijeran a su madre. Son los consejos que ella deseaba que su madre recibiera, y el modo en que le deja claro a Ryle que él representa un peligro, no solo para ella, sino también para su hija. Lily entendió que esos comportamientos no eran ni aceptables ni accidentales. Por eso, aunque siente tristeza al finalizar su matrimonio, decide priorizar su seguridad y la de su hija.
Finalmente, la película acierta al evitar clichés y melodramas. Además de la violencia física evidente, muestra otras formas de abuso: manipulación, gritos, celos extremos y violencia hacia objetos y personas. Desde el principio, la película deja claro que Ryle es un hombre violento, a pesar de sus momentos de dulzura. Sin embargo, el público, acostumbrado a ver lo contrario tanto en las películas como en la vida real, no lo percibe hasta que Ryle finalmente admite su violencia, tanto directa como indirecta. Le doy 5 estrellas a esta película por su forma acertada de representar, a través de una historia ficticia, lo que muchas mujeres viven a diario.